La impronta o imprinting es el término que define a la etapa más importante de un cachorro, la cual se da entre la tercera y octava semana de vida. En éste periodo desarrolla una curiosidad y necesidad de conocer todo lo que le rodea, aventurarse en situaciones y experiencias distintas. De esta forma podrá conocer el mundo que lo rodea con confianza, siempre en espacios controlados.
Estando en contacto con su entorno y en constantes estímulos adquirirá las herramientas adecuadas para comprenderlo; aprenderá a relacionarse con los demás y se volverá capaz de resolver conflictos por sí mismo o en compañía de su tutor, quien puede estar siendo guiado por un entrenador canino, por lo tanto tendrá mayor autonomía el perro.
En éste período aprenderá a tratar con otros canes, leer su lenguaje corporal y entenderlo además de comunicarse con ellos. Al estar en constante socialización con otros perros, tomará esto como referente para aprender y así forjar su propia conducta, la cual se puede reforzar con el adiestramiento canino.
Una incorrecta impronta o la falta de la misma puede ser irreversible, ya que puede perjudicar a que tenga un desarrollo normal y favorecer la obtención de comportamientos negativos a futuro, tales como: ansiedad por separación, miedos, dificultad de inhibición de la mordida, problemas como fobias y más. Estos comportamientos se pueden corregir con el adiestramiento canino y fortaleciendo el vínculo con él a través del mismo.
Este periodo es clave, pues forjará el comportamiento que tendrá en su vida adulta.
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